Sentados en una banca polvorienta, digna representante de un velorio; hallábanse el famoso “Torocuro”, muy conocido entre los amigos, por su espontaneidad y buen tino para agregar algo gracioso a cualquier tipo de conversación, arrancándole más de una carcajada a cualquiera que haya estado con él en ese momento. A su lado se encontraba “Yul”, conocido por muchos y por “Torocuro”, con quien compartieran incontables borracheras, donde con guitarra en mano, le ponían el toque musical a las reuniones de amigos.
Promediaban las tres de la tarde cuando de pronto, aparecieron dos guapas féminas; una rubia y la otra morena; las cuales daban a entender que pasarían por delante de nuestros personajes; quienes, acompañaban en el velorio de un vecino.
Encontrábanse las mujeres a prudente distancia, cuando “Yul” comenta:
- Mira “Torocuro” esa rubia, puta que si la haces un hijo, te sale un siberiano, compadre.
Dicho esto porque el “Torocuro” es de buen porte, blanco y fácil pasa por extranjero; ya lo habían confundido en más de una oportunidad.
Al comentario, “Torocuro” reaccionó y después de una exhaustiva inspección ocular a la mujer rubia, con una paciencia infinita contesta:
- “No hermano, mejor está con la morenita, aunque me salgan cebras”.
Y… olvidándose del lugar donde se encontraban y ajenos a las miradas displicentes de los demás, explotaron en sonoras carcajadas que desentonaban con el momento fúnebre.
Promediaban las tres de la tarde cuando de pronto, aparecieron dos guapas féminas; una rubia y la otra morena; las cuales daban a entender que pasarían por delante de nuestros personajes; quienes, acompañaban en el velorio de un vecino.
Encontrábanse las mujeres a prudente distancia, cuando “Yul” comenta:
- Mira “Torocuro” esa rubia, puta que si la haces un hijo, te sale un siberiano, compadre.
Dicho esto porque el “Torocuro” es de buen porte, blanco y fácil pasa por extranjero; ya lo habían confundido en más de una oportunidad.
Al comentario, “Torocuro” reaccionó y después de una exhaustiva inspección ocular a la mujer rubia, con una paciencia infinita contesta:
- “No hermano, mejor está con la morenita, aunque me salgan cebras”.
Y… olvidándose del lugar donde se encontraban y ajenos a las miradas displicentes de los demás, explotaron en sonoras carcajadas que desentonaban con el momento fúnebre.
Escrito por Elemer Zelada Zamora